Venció los prejuicios de género
miércoles, 19 de julio de 2006
 
 
 
 
Talentosa conguera, Sonia López enfrentó el reto de ser líder de orquesta en los años setenta. (Colección Sonia López)
 
En un momento determinado pudo haber sido un obstáculo, pero ser mujer fue la mejor estrategia utilizada por Sonia López para permanecer activa como directora de su orquesta y preservar el éxito y la esencia musical de ésta por casi 40 años.
Así lo identifica ella: la competencia en la percusión "es como los boxeadores, el que pelea tres minutos se cansa. Yo puedo hacer hasta tres bailes en un día. Pocos hombres pueden con eso".
Esa filosofía rigió el desempeño de Sonia cuando comenzó a popularizarse su Tremendón Combo en los años setenta, durante los que recorrieron los hoteles de Puerto Rico con su salsa dura, plena, merengue y cumbia.
Fue durante esa época, caracterizada por la consolidación de figuras femeninas en el mundo del espectáculo, como Ruth Fernández y Celia Cruz, que Sonia López experimentó en carne propia aquel prejuicio que había predicho su progenitor, el famoso músico puertorriqueño Candelario López Salas "Papá Candito".
Es que la percepción era que las mujeres, más que talento musical o liderazgo en las áreas de la dirección o producción de eventos, lo que tenían para ofrecer al público era su imagen. Encontrar una mujer que tocaba congas, por otro lado, sugeriría que se trataba de una campesina ruda, una ignorante con poca educación, una prostituta o una lesbiana, posiciones desde las que, según la perspectiva machista, se eliminaba la posibilidad de que su ejecución en un instrumento que entendían destinado a hombres fuera de excelencia.
"Una vez, en un hotel en Mayagüez, yo estaba montando los instrumentos en la tarima y escuché la conversación de unos músicos en la cocina. Uno le dijo al otro: 'Ah, ésa lo que viene es a enseñar las piernas, lo que va a hacer es sobar las congas'. A mí me ha dado una rabia... pero me quedé callada y tranquila, porque les iba a contestar con mis manos".
Y así fue: los golpeó tan fuerte como les dio a las congas esa noche, con la impresión que se llevaron. Cuenta Sonia que en ese show dio un solo que le "estilló las manos" y hasta tocó "con las patas".
Ese suceso, ocurrido en 1982, motivó a Sonia a dejar notar su rol como directora del Tremendón Combo –que luego se transformó en la Gran Banda que es hoy–, a través de un rol de animadora que se convirtió, al mismo tiempo, en uno de los grandes atractivos de sus presentaciones en fiestas patronales, hoteles y espectáculos privados.
 
 
Maestra del espectáculo bailable
Entonces, implantó una fórmula que de inmediato rindió frutos al observar cómo la audiencia se paraba a bailar tan pronto comenzaba a tocar la orquesta y pedían más tan pronto terminaba.
Fue un cambio sencillo: posicionaba las congas un poco más hacia adelante y, al comenzar, se identificaba, saludaba a los presentes y echaba uno que otro chiste, patrón que repetía entre canción y canción.
Se trata del tipo de show dinámico en vivo, con mucha interacción y diálogo con el público, que se gozaba ella de pequeña cuando asistía a las presentaciones de Myrta Silva, César Concepción, Ángel "Lito" Peña, su maestro de saxofón, y, claro, Papá Candito, su padre y primer guía en las lides de la música puertorriqueña.
"Mami ha sido profeta en su tierra. La gente, en los bailes, se saca fotos con ella, le da besos, abrazos, la quieren un montón, porque saben que ella está ahí rompiéndose las manos por ellos. La conexión es inmensa", estipula una de sus hijas, la que en ocasiones la sustituye en las congas, Widalys "Yiyi" Romero.
El amor por el público aumentó tras vencer el cáncer de colon en 2000, año en el que se vio al borde de la m uerte. A partir de entonces, determinó que "hay que ajustarse a los presupuestos de la gente que contrata; ella hasta de gratis ha tocado", detalla Yiyi.
 
 
Hábil directora
Aunque se le ha hecho difícil mantenerse al mando de una agrupación con 15 músicos, tres coristas y una voz principal, a Sonia López nunca le ha pasado por la mente ceder la batuta en su rol como directora, a pesar de que esta insistencia ha impedido que se desarrolle en otras áreas como la composición o el canto.
De hecho, otras de las constantes proveedoras de éxito en su banda tienen que ver con ese papel. Se observa así, por ejemplo, su capacidad para mantener "a todos esos hombres derechitos".
Y es que, tener como lema la sentencia de que "la tarima es un santuario", como le enseñó Papá Candito, le ha asegurado una disciplina que se deja notar en la excelencia, coordinación y afinación de las canciones interpretadas en los espectáculos.
"Aquí todos tienen que venir con su ropa planchadita, con sus instrumentos afinaditos. Nadie puede llegar borracho, nadie puede usar drogas. Todo el mundo tiene que ensayar y preparar su número", establece Sonia López.
Por otro lado, desde que capitanea la orquesta, hace 36 años, instituyó que "el repertorio es un traje a la medida". Con esta otra metáfora, la conguera se refiere a la cuidadosa selección que hace de las canciones, que pueden llegar a 30 en una presentación, luego de estudiar el público al que las ofrecerán.
Su dedicación en el desarrollo y ajuste de los vocalistas al estilo de su orquesta, también, es otro de los distintivos de Sonia López como directora.
"Tienen que aprenderse un repertorio súper variado en cuestión de días, tienen que pulirse y acostumbrarse al trabajo duro, a no cansarse, a cantar con la misma energía la primera y la última canción", profiere. En la Gran Banda han cantado Micky Vimari, Ivette Rodríguez, Álex D' Castro y otros exponentes de música afrocaribeña.
Al explicar este particular, la instrumentista también ha apuntado a otra característica de su grupo, la diversidad. Desde plena, seis y uno que otro bolero, hasta son, cumbia, guaracha, salsa, merengue y, actualmente fusiones de reggaetón, entre otros, abarcan la gama de géneros que han tocado.
Así, Sonia López ha logrado destacarse con un trabajo un tanto diferente al de las mujeres que siempre admiró por su habilidad para darse a respetar y admirar en una industria en la que disponían los hombres: Celia Cruz, Myrta Silva y Omara Portuondo, entre otras.